viernes, noviembre 03, 2006

El poema irrefutable.

Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres.
Horacio.

“Lo que ha de morir es de todo uno y sólo se diferencia de lo eterno”
Guillermo Meneses.
La muerte alude al pasado y hace temerle al futuro, es definida por la Real Academia de la Lengua como la cesación completa y definitiva de la vida, en el pensamiento tradicional es la separación del cuerpo y el alma; la idea de que la vida es fugaz, debe ser tan vieja como la muerte...Desde que el mundo fue creado, la muerte fue creada como paradoja de la vida.
Jorge Manrique escribió las Coplas inspirado por su padre Don Rodrigo Manrique, conde de Paredes de Nava, quien empleó su vida al ejercicio de las armas y murió a la edad de setenta años, el 11 de Noviembre de 1476.
El poema Coplas a la muerte de su padre según Juan Luis Alborg puede considerarse dividido en tres partes, que vienen a denominarse “las tres vidas”, o las tres “dimensiones” de la vida: la mortal o perecedera, la perdurable o eterna, y la de la fama que vive en el recuerdo de la posteridad. Es ésta dialéctica vida-muerte lo que hace, según Goyo Ponte, el carácter irrefutable del poema.
El padre de Manrique culmina su vida temporal, perdura en el recuerdo de los suyos y entra pues, en la inmortalidad para el goce de la tercera vida: la de la fama infinita.
La muerte se nos viene callando, así se nos pasa la vida, tal como lo dice Manrique en la primera estrofa de sus Coplas, pero hasta lo no vivido ya es pasado, una realidad más clara que el agua: la fugacidad del presente.
“Pues si vemos el presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado”.
Una estrofa fulminante para la ilusión mundana del presente, porque en este mismo instante en que se dice: “Aquí y ahora” las frases no conforman un presente, sino el triste vestigio de un pasado.
La maravillosa quinta estrofa del poema, nos recuerda la transición de esta vida para pasar al otro mundo y descansar:
“Partimos cuando nacemos
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos”.
Estos mismos versos dichos por la iglesia: “Eres polvo y en polvo te convertirás” y recitados por nuestro ilustre Vicente Gerbasi en Mi padre el inmigrante: “Venimos de la noche y hacia la noche vamos”. Muestra irrefutable del carácter universal de la muerte, carácter universal del poema. Y si aún queda alguna duda sobre la similitud trascendental de estos versos, es Arturo Uslar Pietri, quien pone en boca de uno de sus personajes de Las Lanzas Coloradas las siguientes palabras:
“-Por unos miserables días sobre esta tierra miserable, por unas miserables horas dedicadas al piadoso ejercicio, ganarse la beatitud eterna. Cambiar el mundo feo, lleno de tentaciones hediondas del Demonio, por el gozo infinito de la Divina Presencia.”
A partir de la estrofa XIV hasta la XXIV, Manrique se refiere a la muerte eterna, y reduce al número de ilustres desaparecidos a sólo siete, humanizando las borrosas fisonomías de los héroes. Tras el heroico desfile llega a la elegía el Maestre Don Rodrigo; su hijo el poeta, da por conocidas todas las obras de su padre, entonces habrá que preguntar ¿cuáles son esos hechos tan grandes y claros?, por investigaciones conocemos que fueron: la toma de las villas de Huéscar y Jimena, marquesado de Villena y ciudad de Alcaraz, anexados por él a la Corona y las Villas de Ocaña y Uclés, tomadas para la Orden de Santiago.
“estas sus viejas historias
que con su brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas victorias
ahora las renovó
en senectud”.
Por todas estas grandes hazañas cuando la muerte llama a la puerta de Don Rodrigo Manrique, le dice:
“No os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama gloriosa
acá dejáis...”
Y así queda demostrada la tercera vida, la de la fama, la vida eterna donde se vive en la memoria sempiterna del mundo. Porque no existe enfermedad, ni amnesia universal, que pueda borrar de millones de testigos tan ilustres personajes, tan ilustres obras...Ni siquiera el más cruel villano, antagonista de esta vida podrá ocultar por ejemplo la existencia del Ingenioso Hidalgo: Don Quijote de la Mancha.
Y eso fue lo que hizo Jorge Manrique, fundir en el infinito, la vida de su padre, fundirse él mismo (Jorge Manrique) porque su influjo literario fue tan extenso y tan rápido como su fama, la huella de sus Coplas se encuentran en escritores posteriores al poeta, tanto españoles como de otras latitudes, es más, aseguro que debió haber tenido influencia en Mi padre el inmigrante de Vicente Gerbasi, por citar a alguno.
La vida de la fama: ¿es una vida tranquila?, Teresa de la Parra en su novela Ifigenia, responde mi incógnita: “¡la vida tranquila! ¡ah!, no sé por qué digo: “la vida tranquila” y pienso en la tranquilidad blanca de los cementerios, y pienso en la tranquilidad horrible de los ataúdes bajo la tierra...” No creo que la fama sea sinónimo de tranquilidad, aún después de la muerte...

La edad media, fue una era un poco oscura para el mundo, recordemos que después de esta época la humanidad renació...Pero la obra magna de Manrique fue una renovación al pensamiento medieval, porque la tercera vida como solución a la dialéctica vida breve- vida eterna, permite recrear aquella herencia medieval y levanta prodigiosa e irrefutablemente una “construcción originalísima” como lo dice Salinas en su estudio.
Y culmino esta reflexión vital con palabras del mismo Alborg:
“Para todo aquel que haya leído una sola vez sus versos, no existen ya palabras más precisas, más espontáneas ni justas que las de Manrique, ni pueden venirle a los labios otras frases para encerrar aquellos conceptos que las rotundas coplas manriqueñas...”

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Bibliografía consultada:
Alborg, Juan Luis.(2ª.ed.,1970) Historia de la literatura española. Tomo I. Madrid: Gredos.
Manrique, Jorge. (13ª. ed., 1979) Obra completa. Buenos Aires: Espasa-Calpe. Austral.
Parra, Teresa de la. (1992) Ifigenia. Málaga: Anaya, Pág.541.
Uslar Pietri, Arturo. (1970) Las lanzas coloradas. España: Biblioteca básica Salvat.
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