viernes, noviembre 03, 2006

Don Quijote de la Macha: La Batalla Cuatricentenaria.

Y hoy, ya pasado el umbral
de mi destino, hago un alto
y miro, frente a mis ojos,
como siempre,
la eterna juventud de Don Quijote…
Fernando Paz Castillo.

“Cuenta Cide Hamete Benengeli en la tercera parte de esta historia y cuarta salida de Don Quijote que luego de mucho tiempo de no haberse ninguna novedad sobre el Caballero de la Triste Figura y su fiel escudero; fueron encontrados en una Villa muy distinta, donde por doquier habían grandes y colosales Gigantes, que los villanos llamaban: edificios, y un sin fin de caballos que relinchaban como atacados por grandes males.

Al verse entre todo aquello, habló Don Quijote con tanta discreción que los presentes creyeron indudablemente que estaba del todo bueno y en su entero juicio:

-Confieso-dijo el caballero- que este paisaje me hace sentir como en casa, todo refleja una gran obra de arte propia de grandes imaginaciones.

Su fiel escudero Sancho Panza, extraño por las palabras de su amo, intenta hacerle entrar en razón, en diciendo:

-Soy de parecer, señor mío, que este lugar no se parece en nada a su villa, porque la suya no tiene tanto ruido que ensordece, ni tantas cosas que enloquecen, sino fíjese mi amo en aquella arma que todos aquestos caballeros llevan consigo, unos la ven y la tocan mucho, y otros la colocan en sus orejas y comienzan a hablar solos, palmoteando como si estuviesen molestos…

-¡Calla Sancho! No ves que callar es lo mejor que dices. ¿Qué pensarán éstas doncellas y estos mancebos de tus palabras? , mejor calla y haz gala de la humildad de tu linaje. Andaos, necesitas descansar.

Y así, prosiguieron su camino el hidalgo y su escudero, cuando se vieron solos en aquel lugar, Don Quijote aprovechó la circunstancia para rectificar:

-Tú tienes razón, Sancho amigo, en parte de lo que habéis dicho, mi villa no se parece a aquesta, más por todos los peligros que aquí acaecen, grandes son las batallas que libraremos, como las libradas en otras latitudes...Pero antes Sancho, tenemos que platicar sobre nosotros.

-¿De nosotros señor?

- Si Sancho, fíjate que no sabemos que lugar es este, mas todos nos han reconocido, imagino que todos han leído la historia de la cual somos protagonistas, aquella que nos mostró Alticidora; de camino he escuchado a un mancebo que decía: “cuán provechosos y cuán necesarios fueron…los caballeros de pasados siglos, y cuán útiles fueran en el presente” y esto Sancho, da a entender que estamos en otro siglo, donde los caballeros ya no existen.

-¿Otro siglo?

-Dios me entiende, hay que dar a entender al mundo en el error en que está de no renovar en sí el felicísimo tiempo donde campeaba la orden de la caballería andante. Así que ¡grandeza de ánimo!-¡Mira Sancho, una biblioteca!, entremos y conozcamos más sobre estos tiempos.
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Después de muchas horas, quién sabe si días, se vuelve a escuchar la voz de Don Quijote.
-¡Sancho despierta, sólo has nacido para dormir!, he leído muchas cosas, entre ellas que fallecí luego de haber dicho mi testamento, pero si hoy estoy aquí y te puedo golpear, y tu sientes el dolor, significa que hemos logrado escapar del libro y andar por el mundo real, cuando los demás andan en el libro; y el mundo es tantas cosas como teorías haya sobre él; y también en el libro, pues por mucho cuidado que se tenga al leerlo, parece como si él fuera varios hombres, y si es uno sólo, le sobran ideas y motivos para serlo.

-Señor el mundo dentro del libro y nosotros ¿fuera del mundo o fuera del libro?

-Como lo queráis ver Sancho, he descubierto que las batallas son gigantísimas, y las hay hasta frías, duran muchos años, y no son combatidas por caballeros andantes sino por soldados que se venden al mejor postor; los gobernantes se asemejan mucho a los Duques: burladores de sus gobernados; las doncellas no dan importancia a su honor y a falta de caballero, son raptadas o entregadas dócilmente a los malandrines mancebos que las toman por momentos y luego las tiran como hojalatas; el respeto se ha extraviado, espero que mi Dulcinea no haya logrado escapar del libro; moriría otra vez, si a mi Dama algo le pasara…Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

-Mi señor…

-¡No me interrumpas Sancho! Has visto que ya nadie ofrece pozada, ni brinda de comer ni de beber, todo se mueve por un papel llamado interés, los bachilleres son unos sinvergüenzas, unos truhanes, cómo se burlan de nosotros, nos desairan, Ay Sancho! Batallas y más batallas tendremos, lucharemos contra todos los mancebos que se destruyen y destruyen al mundo, están locos, no saben lo que hacen…

-¿Cómo batallaremos amo mío, si Rocinante no ha venido con nosotros y su yelmo no está en muy buen estado?

-Ya aprenderás Sancho, hay batallas que libraremos en otro campo, el de los ideales, el campo que según un viejo amigo mío llamado Platón: nunca muere, porque la idea es eterna. Ya basta de tanta violencia!

-¿Y qué haremos en la batalla del campo de los ideales?

-Luchar Sancho, como siempre lo hemos hecho, primero, regresaremos al libro, y luego, allí lucharemos idea contra idea con todo el que roce las páginas de nuestras hazañas; haremos que duden de su realidad y vengan a la nuestra, ésta será nuestra batalla cuatricentenaria, para y contra todo el mundo, en legua hispana, catalana, morisca y todas las existentes…Y venceremos eternamente!

-Hágalo así mi amo, han sonado sabias vuestras palabras, yo os acompañaré.

Así es la historia donde se cuenta como Don Quijote decide realizar su batalla cuatricentenaria, que se pudo leer y sacar en limpio, y es aquí donde finaliza el fidedigno autor de esta nueva y jamás vista historia.”

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