viernes, noviembre 03, 2006

Don Sancho Panza de la Mancha


Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza tu hijo, viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo, que según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que desearse puede… por ello dejaré que sea el mismo Señor Panza quien narre su congoja.

-Dios se lo perdone. Dejárame en mi rincón, sin acordarse de mí, porque quien las sabe las tañe, y bien está San Pedro en Roma…Aunque a mi parecer, este negocio en dos paletas le declararé yo.

Mi amo, valiente, discreto y enamorado, y yo, simple gracioso y no comedor ni borracho; muchas aventuras le debo a mi amo, mas hoy deseo reclamar mis derechos, lo que es del cura va a la iglesia; yo no prefiero una injusticia que un desorden; ya se ha publicado la primera y segunda parte de la historia de Don Quijote de La Mancha, diversos autores se han disputado dicha autoría, otros la han clonado…Pero ninguno me ha dado el valor que tengo, a buen entendedor pocas palabras bastan, y el que la sigue la consigue, vuesa merced sírvase en publicar aquestas palabras como el futuro libro: Don Sancho Panza de La Mancha.

Ni tanto ni tan calvo que se le vean los sesos; me seguirá acompañando mi amo Don Quijote, junto a mi rucio y su rocinante, cómo no acordarme de mi oíslo, digo, de mi Teresa Panza, a quien quiero más que a las pestañas de mis ojos. Sólo deseo que se me reconozca mi condición de aventurero, burlador de Duques burladores, ni Merlín ha podido conmigo ¡Ay, y cuán no pensados sucesos suelen suceder a cada paso a los que viven en este miserable mundo! De aquí sacarán mis huesos, cuando el cielo sea servido que me descubran, mondos, blancos y raídos, y los de mi buen rucio con ellos, por donde se echará de ver quién somos, a lo menos de los que tuvieren noticia y hallan leído la obra que se me ha escrito.

Pensar que en esta vida las cosas de ella han de durar siempre en un estado es pensar en lo excusado, antes parece que ella anda todo en redondo, digo, a la redonda: la primavera sigue al verano, el verano al estío, el estío al otoño, y el otoño al invierno, y el invierno a la primavera, y así torna a andarse el tiempo con esta rueda continua; sola la vida humana corre a su fin ligera más que el viento, sin esperar renovarse si no es en la otra, que no tiene términos que la limiten.

Así quiero con brevedad concluir este negocio, a sangre caliente, porque en la tardanza suele estar muchas veces el peligro, y a Dios rogando y con el mazo dando, ya que más vale un toma que dos te daré, y el pájaro en la mano que el buitre volando.

Atentamente, Don Sancho Panza de la Mancha.

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