"Lo que Constantino descubrió aquel lejano Viernes Santo, y ya para siempre, es que el significado de un texto se amplía de acuerdo con la capacidad y los deseos del lector. Enfrentado con un texto, el lector puede transformar las palabras en un mensaje que aclara para él una cuestión que no tiene relación histórica alguna ni con el texto ni con su autor. . . Mediante la ignorancia, la fe, la inteligencia, los trucos y la astucia, mediante la inspiración, el lector vuelve a escribir el texto con las mismas palabras del original pero con otro encabezamiento, recreándolo, por así decirlo, en el acto mismo de darle el ser."
Alberto Manguel (1999) p. 278
Una Historia de la Lectura
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